Fallos de Seguridad durante el Servicio
Aug 23rd, 2007 por Cecilio Andrade
A modo de generalidades sobre la seguridad veamos cuales han sido las formas de actuación que han provocado la muerte o, si hubo suerte, heridas de la mayor parte de los agentes de policía agredidos.
? Orientados más al servicio a expensas de la, o mejor dicho, “de su” seguridad. Es el típico “agente simpático”, tienden a verse a sí mismos más como relaciones públicas que como agentes de seguridad. No suelen considerar ni hacer caso de los riesgos potenciales. No demuestran capacidad evidente de dañar.
? Tienden a usar menos fuerza de la que debieran, incluso emplean menos fuerza que sus agresores.
? Usan la fuerza después que sus compañeros, la utilizan como último recurso y demasiado tarde en una confrontación, ampliando de esta manera su vulnerabilidad.
? Se saltan reglas y procedimientos, tendiendo a no seguir fielmente las reglas y procedimientos del departamento para su propia conveniencia o para agradar a los subordinados.
? Actúan sin esperar apoyo, solos en situaciones de alto riesgo. Esto puede ser tanto por el Síndrome del Superhéroe, como por no parecer incapaces de desenvolverse frente a los ojos de otros compañeros.
Algunos estudios sugieren que éste es el error táctico más común de los realizados por los agentes fallecidos.
? Creen “oler” el peligro, detectar una situación de riesgo antes que otros. Están muy orgullosos de sus supuestas habilidades para “sentir” a la gente, y confían ciegamente en esas sensaciones antes que en hechos observables y reconocibles. Operan por medio de la percepción de “buenas vibraciones” y lo cual provoca que bajen la guardia, olvidando estudiar y evaluar continuamente la situación y a las personas.
? Se relajan cuando perciben una aparente “buena voluntad”. Buscan la bondad en otras personas y bajan la guardia cuando perciben una ilusoria evidencia de ello. Ese comportamiento bondadoso por parte de los sospechosos tenía como objetivo tender una trampa mortal.
Una máxima samurai que seguramente muchos habrán leido, “el samurai desde que sale por la puerta de su casa, hasta que regresa que a ella, actúa como si estuviera a la vista de algún enemigo” resume de una manera más que elocuente todos los puntos anteriores.
Sobre todas los principios de seguridad aplicables debemos emplear siempre nuestra mejor arma, nuestro cerebro, y con él sacarle partido al mejor y menos común de los sentidos, el sentido común.
Aug 23rd, 2007 por Cecilio Andrade
A modo de generalidades sobre la seguridad veamos cuales han sido las formas de actuación que han provocado la muerte o, si hubo suerte, heridas de la mayor parte de los agentes de policía agredidos.
? Orientados más al servicio a expensas de la, o mejor dicho, “de su” seguridad. Es el típico “agente simpático”, tienden a verse a sí mismos más como relaciones públicas que como agentes de seguridad. No suelen considerar ni hacer caso de los riesgos potenciales. No demuestran capacidad evidente de dañar.
? Tienden a usar menos fuerza de la que debieran, incluso emplean menos fuerza que sus agresores.
? Usan la fuerza después que sus compañeros, la utilizan como último recurso y demasiado tarde en una confrontación, ampliando de esta manera su vulnerabilidad.
? Se saltan reglas y procedimientos, tendiendo a no seguir fielmente las reglas y procedimientos del departamento para su propia conveniencia o para agradar a los subordinados.
? Actúan sin esperar apoyo, solos en situaciones de alto riesgo. Esto puede ser tanto por el Síndrome del Superhéroe, como por no parecer incapaces de desenvolverse frente a los ojos de otros compañeros.
Algunos estudios sugieren que éste es el error táctico más común de los realizados por los agentes fallecidos.
? Creen “oler” el peligro, detectar una situación de riesgo antes que otros. Están muy orgullosos de sus supuestas habilidades para “sentir” a la gente, y confían ciegamente en esas sensaciones antes que en hechos observables y reconocibles. Operan por medio de la percepción de “buenas vibraciones” y lo cual provoca que bajen la guardia, olvidando estudiar y evaluar continuamente la situación y a las personas.
? Se relajan cuando perciben una aparente “buena voluntad”. Buscan la bondad en otras personas y bajan la guardia cuando perciben una ilusoria evidencia de ello. Ese comportamiento bondadoso por parte de los sospechosos tenía como objetivo tender una trampa mortal.
Una máxima samurai que seguramente muchos habrán leido, “el samurai desde que sale por la puerta de su casa, hasta que regresa que a ella, actúa como si estuviera a la vista de algún enemigo” resume de una manera más que elocuente todos los puntos anteriores.
Sobre todas los principios de seguridad aplicables debemos emplear siempre nuestra mejor arma, nuestro cerebro, y con él sacarle partido al mejor y menos común de los sentidos, el sentido común.
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